BREVES SALSERAS


El Gran Combo descargó lo mejor de su repertorio en el Romelio

“¡Sin salsa no hay paraíso!”. Así, Rafael Ithier, director de El Gran Combo de Puerto Rico, saludó a los miles de asistentes que el viernes en la noche bailaron y corearon a todo pulmón algunos de los inolvidables éxitos de la Universidad de la Salsa.

Comenzaron su presentación con el tema La muerte. Y bastó escuchar los primeros acordes para que el público de las graderías, de las zonas VIP y platino del estadio Romelio Martínez, entrara en una euforia colectiva, que fue creciendo tema tras tema. De la salsa dura se pasearon por la romántica con Ámame y siguieron con Aguacero.

“Ya hemos tocado tres canciones, ahora queremos que ustedes nos digan qué quieren escuchar, porque de aquí nos vamos a las tres de la mañana si ustedes nos lo permiten”, dijo Ithier, quien nada más dirige la orquesta, mientras otro músico toca el piano, tradicional instrumento interpretado por él.

Era mucho repertorio para que los asistentes se pusieran de acuerdo, sin embargo, las canciones que más se entendían entre los gritos del público eran La fiesta de pilito, Caja de sorpresas y No hay cama pa’ tanta gente. Pero el ingenio de un espectador de la zona de platino que se quitó su zapato tenis y se lo mostró a Ithier con tal de hacerle entender cuál era el tema que pedía, logró captar la atención de las cámaras y de los cantante Jerry Rivas y Charly Aponte, quienes entre risas celebraron la creatividad de aquel hombre.

Luego de la emocionante interpretación de Colombia tierra querida, el clímax de la noche llegó con las majestuosas interpretaciones de Un verano en Nueva York, Me liberé—en el que hasta improvisaron un pedazo en reguetón— y con Ojitos chinos. Los coros de los asistentes que vibraban y bailaban arrebatao’, al mejor estilo barranquillero, le demostraron a la Universidad de la Salsa, que siguen mandando la parada en nuestra ciudad.

Su cierre no pudo ser mejor, pues al son de Timbalero, le dijeron nuevamente hasta pronto a Barranquilla, porque prometieron regresar y presentarse en el Carnaval, fiesta en la que no participan desde hace dos años. Ojalá cuando vuelvan le cumplan a los barranquilleros tocándoles los temas que tanto les pidieron el viernes.


SÉPTIMO FESTIVAL DE COLECCIONISTAS EN NUEVA YORK

El Village Gate será el tema del Séptimo Festival de Coleccionistas de Música Latina y Tropical de Nueva York, a realizarse el 30 de octubre. Entre los invitados estarán Andrea Brachfeld, Benny Bonilla, Bobby Sanabria, Chocolate Armenteros, Burt D'Lugoff, Nando Alvarichi, Nelson Radamés, Pete Nater, René López, Sonny Bravo y Willy Medina. Amenizará el evento la Mambo Legends Orchestra bajo la dirección de Johnny Rodríguez Jr., José Madera y Mitch Frohman. Este festival internacional nació siendo una feria en 2004, como una iniciativa del Caribbean Cultural Center y bajo la coordinación en ese entonces de Gary Domínguez y Manuel Jaimes.

El evento, organizado por el Caribbean Cultural Center en colaboración con las Taino Towers Cultural Building, en el East Harlem, recordará toda la salsa y el latin jazz que durante años tuvo como epicentro el legendario Village Gate. El histórico local, fundado por Art D'Lugoff a finales de los cincuenta en la esquina de Bleecker y Thompson, vivió los grandes momentos del mambo-jazz y la descarga en esa y en la siguiente década.

De ello dan testimonio grabaciones de directos de Herbie Mann (1964), Mongo Santamaría (1963) y especialmente la Tico All Stars (1965) con Symphony Sid como maestro de ceremonias. Centrado en el jazz y con Chico Mendoza como animador, el Village Gate volvió a tener actividades latinas trascendentes como las de Tito Puente & Golden Latin Jazz All Stars en 1992 y Chucho Valdés en 1999, este último ganador de un Grammy. Como siempre, en el festival participarán coleccionistas, vendedores de discos, leyendas de música, personalidades de la radio alternativa, y habrá una exposición a cargo de Orlando Godoy.


VUELVE EL LATIN JAZZ PSICODÉLICO DE OCHO


Código Music rescata el sonido de Ocho, un grupo tan adelantado a su tiempo que logra el éxito cuarenta años después de su debut.

Ellos querían tocar como Tito Puente y ser conocidos como The Beatles. Ni lo uno ni lo otro. Su sonido fue tan poco convencional, que aún hoy, en un tiempo donde las mezclas están a la orden del día, son difíciles de clasificar. En su música hay guaguancó, mambo, chachachá, son montuno y soundtracks de grandes filmes, pero todo con un tratamiento jazz y funk de rock y de soul. En suma, un cúmulo de expresiones reunidas por obra y gracia de la contracultura, que en el campo de la música se dio en llamar psicodelia. Por supuesto, no hubo en este grupo una experiencia delirante con las drogas como sus émulos del rock; pero si estuvo presente la consigna básica de este estilo artístico: la manifestación del alma.

Ocho fue fundado por el vibrafonista y pianista Chico Mendoza, en realidad llamado Ira Jake Roberts Jr.Tito Puente, pero criado en un ambiente de bebop, Mendoza pasó de acompañante de René Touzet y Aretha Franklin a líder de la Orquesta Tropical que tocaba en Newark, ciudad en ese entonces (1968) asolada por los enfrentamientos raciales. Cuando el artista Chico Álvarez escuchó la orquesta, le dijo a Mendoza: "Ese nombre hay que cambiarlo. ¿Cuántos son ustedes?". "Ocho", respondió el pianista y Ocho se quedó. Cuatro años después estos músicos grabaron su primer disco en Nueva York y el grupo consolidó su estilo basado en un formato curioso: piano, bajo, congas, bongoes y timbales, como mandan los cánones de cualquier conjunto de salsa, pero con tres saxos. Es decir, a mitad de camino entre una banda de swing y un grupo de rhythm & blues.










Entradas populares