LA BIOGRAFÍA DE LA SEMANA

En la Biografía de esta semana, presentamos a una de las grandes voces de Cuba y América Latina, quien se destacó ampliamente por tener una extraordinaria tesitura vocal y por su manera particular de cantar. También alcanzó popularidad como hombre de radio en su país durante varios años.

Tito Puente, Noro Morales y La Sonora Matancera, entre otros, fueron testigos de su gran talento. 

VICENTICO VALDÉS
Grande entre los Grandes

Resumen de Agencias
Titulación y Edición de BARRANQUILLA ES SALSA

Considerado uno de los grandes cantantes cubanos de todos los tiempos, Vicentico Valdés, miembro de la Dinastía Valdes - hermano de Alfredito y Oscar- tuvo una meteórica carrera en los Estados Unidos.

Nacido en La Habana el 10 de enero de 1921, desde niño comenzó su carrera artística como vocalista acompañando a su hermano mayor Alfredito Valdés, cantante del Septeto Piñeiro.

Mas tarde formó parte del Septeto Jabón Candado, la orquesta de Cheo Belén Puig y Cosmopolita, conducido por Vicente O. Viana, Belisario López y Antonio María Romeu.

En la década del 40, en México, cantó con La Tropical de Humberto Cané, con quien grabo "Un Meneíto Na' Má" y "Negro Bonito".

En 1948 se traslada a Los Angeles, California y más tarde a New York, cantando en el teatro Hispano. En ese mismo año graba junto a la orquestra de Noro Morales: "Guararé", "Una Cualquiera", "Qué Problema", y "Ya Son Las Doce"; con Tito Puente "Arrollando", "Ran-Kan Kán", y "Babaratibiri".

Pero las grabaciones que lo hicieron realmente popular fueron las que realizo bajo el sello discográfico SEECO desde 1953 a 1958 en la Habana con la Sonora Matancera, interpretando principalmente guarachas y guaguancós tales como "Yo No Soy Guapo", guaracha de Reineiro Martínez y el bolero mambo "Decídete Mi Amor. Alcanzó su mayor éxito con "Los Aretes De La Luna", en 1957.

Vicentico Valdés alcanzo fama internacional como bolerista, mas tarde formo su propia orquesta conducida en diferentes ocasiones por René Hernández, Charlie y Eddie Palmieri, Javier Vázquez y Horacio Malviccino.

Finalmente para hablar de su fama, es hablar de su increíble popularidad en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, México, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Panamá, España y Francia, países en los cuales cantó.

Justamente, Vicentico cantó diversas canciones de algunos de los mejores compositores del feeling, entre éstos los renombrados autores cubanos Gerardo Piloto y Alberto Vera, Marta Valdés, René Touzet, Armando Peñalver, Luis Yáñez, Jorge Zamora, José Antonio Méndez, Ángel Díaz y otros. Uno de esos valiosos números le valdría en 1958 un Disco de Oro, cuya réplica llevara desde entonces colgada al cuello. El éxito fue "Añorado Encuentro”, del binomio Piloto y Vera que nadie, ni siquiera después, cantaría como él. 

A partir de entonces se mantendrá en la preferencia del público, sobre todo latinoamericano, hasta fines de los 80. En Cuba mantuvo un programa diario de media hora en la COCO, aunque era reclamado por los oyentes en otras emisoras capitalinas e, incluso provinciales.

Sentía un orgullo y satisfacción tal por esta canción como con ninguna otra, aunque más tarde se enamoró de otras dos, igualmente famosas, que hizo suyas en su voz: "Envidia", y "Los Aretes De La Luna". Con éstas conformaría la tríada de su repertorio preferido, según confesara el propio Vicentico en diversas entrevistas de la época.

Al decir del compositor y fundador del feeling, Ángel Díaz, “…Vicentico fue uno de los primeros grandes boleristas en acercarse al feeling y a sus compositores. No sé si estudió canto pero cantaba como un ángel, con las aes abiertas (mi felicidaaá -decía- y la fidelidaaá). No empleaba la A ovalada o redondeada, como enseñan los profesores de canto lírico.

Como todos los grandes boleristas, su calidad no se basaba sólo en la tesitura de su voz, sino, sobre todo, en su capacidad interpretativa, en la dramatización que hacía cuando cantaba. Comparando su voz con las de otros nombres como Orlando Vallejo, Ñico Membiela, Orlando Contreras, y el mítico Benny Moré, la suya era decididamente nasal, pero no tanto como las de sus colegas y amigos Panchito Riset y Antonio Machín, que como él, ya en esos años, estaban en EUA. 

Vicentico Valdés muere en New York el 26 de junio de 1995 y con él, una de las voces mas admiradas en la historia de la música cubana.

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